miércoles, junio 10

Para leer “La vida en pijamas”, de N. Moret

Atiborrado de tareas y pedidos, reclamado desde los más diversos puntos del país, el Gordo Gostanián, el agente literario del staff de Mavrakis y Valdés, visitó Buenos Aires y, de pasada, ocupó durante toda una tarde una de las computadoras de nuestra – llamémosle – redacción. Interesado en el fenómeno literario virtual – y también de jardinería: el bonsái es correlativo a la blog kultur -, el eminente crítico navegó por distintas páginas de entre cierto bookmark. El resultado es el siguiente: una acotada reseña crítica alrededor de textos del blog La vida en pijamas, de Miss Natalia Moret. Cabe señalar que el Gordo Gostanián, en La Biela, sólo repite – por ciertas – tres ideas fundamentales: ni el boxeo, ni la literatura ni la comedia son artes donde las mujeres tengan algo decente que aportar. Por supuesto, hasta el Gordo tiene deslices.

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Las correlaciones espacio-tempo-orales. Es decir, una unidad de lugar, una unidad temporal y una unidad de significantes resemantizables; palabritas que se doblan – y fíjese Mavrakis: Moret escribe prosa poética: escribe haciendo alarde de la manipulación de las palabras como materialidad sonora y también como materialidad referencial: ¿qué, cómo, cuándo?: poesía en prosa – palabritas que se doblan, le decía, y permiten que en su propia curva asome una historia más, una subrepticia lamentación amorosa, con leves añoranzas sexuales - otra vez una vez más y otra el mismo sueño *suben-bajan-estanquietos* sobre tu cama doble – que por fin reúnen su espacio – un semipiso – su tiempo - los días los meses los años los siglos – y su objeto: cajitas chinas por escrito, muñecas rusas gramaticales: la interrupción – anote esto como un mérito, Mavrakis, como un logro real – de una lectura cuya linealidad inevitable se las arregla muy bien para jugar con lo inesperado y sorprender. El resultado: una lectura adherida en el vértigo de un desentrañamiento.

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/06/3.html
Una operación: restituir un abanico de significados literales añadiéndolos como continuidad textual del significante. Es decir, no dejar nada al libre albedrío. Componer palabras y recomponer su lectura: que quede claro yo no quiero *la estratagema no es* hacer de esto una voligoma estirada que se ponga vieja para que se le pegue sin ninguna discreción cualquier polvo que hormiguee en estas Indias que venimos a compartir vos y yo y los otros…

Entre asteriscos lo que vale es la intención: escritura y simultánea reescritura. Como quien construye una pared y se cuida de concatenar los efectos específicos de cara poro. Y la operación no limita al lector: le revela, en cambio, aquello que pudiera habérsele escapado. La intención de la voz narradora más allá – pero continua – a sus propias palabras.

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/06/4.html
La colocación en el eje horizontal de significaciones de valor vertical se aplica de nuevo. El metatexto recurre al contexto: mass-media: del jardín nimio de la blog kultur a las grandes campañas de publicidad televisivas.
Entre la noticia cotidiana – el circuito de la información – y la saciedad de información para el lector – el circuito de la vida íntima -.

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/07/5.html
Fragmentos de un discurso amoroso.
¿Fragmentos de un discurso amoroso?
¿De un discurso?

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/07/6.html
El problema con el registro del discurso amoroso es que brota como un géiser. Desde algún grado de profundidad que remite a un interior – llamémosle a ese interior “un pasado”: remite a algo anterior -. Entonces emerge prácticamente de la nada. Las palabras se leen como si se estuvieran oyendo gritos provenientes de algún departamento lo suficientemente cerca para entender qué dicen y lo suficientemente lejos para no entender por qué lo dicen. Una hipótesis: la espacialización – es decir, un juego con las distancias, con lo alcanzable, con lo, en última instancia, perceptible – de la palabra: lo estás logrando mi amor nada de esto será tuyo y lo que es mío yo no quiero que lo toque nadie
yo sé estas cosas quedan mal *es de derecha* pero es así yo soy más linda y es natural que *exija aumento o no tenga razón*

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/07/10.html
La escena ahora es cotidiana, sin embargo coloca en escena la razón del procedimiento de escritura: hay una linealidad propia del evento en cuestión: alguien duerme y sueña. De repente, esa linealidad se altera: la otra noche vieras cómo te prendiste será que hay algo o *hubo algo ahí* que te dio miedo la pesadilla o viene siendo algo de antes
te musitaste un par cosas entresueños perspicacia onírica de insólita finura todo esto ahí nomás de mis oídos y ahora hay algo que sé y *no entregaré a nadie*

El “entresueño” que se cuenta podría ligarse – y de hecho se liga - al “entre asteriscos”: ese momento en que la linealidad de palabras admite el pliegue por el que se cola una idea más, un significado más, algo, en definitiva, que proviene de aquello que la linealidad deja del otro lado de su cerco pero que provee – como los murmuros del entresueño – elementos significativos. Por supuesto, la tentación más gratuita es caer en psicologismos: conste que me abstengo de ello, Mavrakis. Pero no descartaría la lectura psicoanalítica para encarar esta modalidad de escritura como irrupción de un inconsciente. Algo ligeramente distinto a aquellas maniobras de escritura automática, por supuesto. Casi le diría que todo lo contrario. Si le parece llamarlo de algún modo: inconsciente literario. Es decir, un inconsciente que por el oficio poético es – y no puede ser de otro modo – vigorosamente conciente.

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/08/15.html
Picos del discurso amoroso.

http://despuesdelaspiedras.blogspot.com/2006/07/13.html
Cuando de voz histérica se trata, no es vanagloriarse gratuitamente el decir que todo lo que podía decirse sobre la voz histérica fémina está dicho – y escrito – en cierta reseña sobre cierta novela de cierta Romina Paula.

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